Por mucho tiempo el infierno conservo en sus entrañas el incesante ardor de los espíritus inmundos y sus agonías internas las cuales mediante el tormento y reprensión de sus voluntades, se mantenían al margen de los incautos seres mortales que viven sus efímeras existencias en la tierra. Pero el contenedor de la muerte diseñado para los demonios suele tener huéspedes singulares con los que la libertad y el sueño por alcanzar las estrellas infinitas que una vez iluminaron sus rostros retorne a sus anhelos y despierte las pasiones que una vez se creyeron muertas, así el tortuoso existir del infierno el cual es frió como los polos extremos de la superficie de la tierra e infinito como los constantes regateos del maligno corazón del hombre para adquirir poder y someter a sus hermanos, convive con los demonios recibiendo su paga constante en hordas extensas de verdugos castigando a los espíritus insolentes que descendieron de sus lechos de muerte al infortunado infierno, a la casa del diablo.
Habia un fuego tan caliente en los lagos extensos de fuego y los alaridos de angustia junto con el hedor a carne putrefacta en el inframundo que incluso para mi resultaba difícil permanecer mucho tiempo en un lugar, me había acostumbrado al silencio de los condenados a sus rostros petrificados con gestos de dolor y agonía que no me sentía cómodo en este sitio pero la liberación estaba a punto de ocurrir, Satanachia el general de los ejércitos de Satan había reunido a todos los demonios posibles para subir al cielo sellado y llegar a las tierra, pues el mundo que habia prometido traer y las vidas que debía sacrificar me esperaban, durante mas de tres mil años cuando recién caí en el terrible dolor infernal comencé a reclutara los demonios mas débiles para fortalecerme y en corto tiempo mi poder había logrado manipular a seres de mayor jerarquía, en el mundo de las estrellas frias donde el poder es absorbido y te paraliza, pero, yo logre mantener el control sobre el castigo impuesto y adquirí la colaboración de algunos para liberarme asi pronto el mundo concera sus miedos mas grandes y la muerte les besara su mejilla
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